lunes, 28 de septiembre de 2009

Las enseñanzas del Dr. Burruño

Honoris causa en Ciencias Corruptas, hace un perfil base de lo que eran y pasan a ser los políticos.

Cualquier persona que se mete en política empieza siendo un idealista de su causa, se propone llevar a cabo los propósitos de su partido, empieza desde abajo, picando piedra. Si resulta poco molesto y pelota con la cúpula, con el tiempo se empieza a posicionar y aprende de sus superiores. Pero no aprende a hacer el bien, sino el mal. Se da cuenta de que, con algo de discreción y algún que otro aliado, se puede conseguir poder, un buen chalet, un cochazo y muchas cenitas caras. Decide ponerse a trabajar en ello.

Tras muchos años, o pocos si es garrapata, llega a la cima, donde cata el poder, miente más que habla y consigue ser jefazo. A partir de ahí, deja de trabajar por la ciudadanía y se centra en su propio enriquecimiento. Se rodea de tontos, no sea que sus secuaces quieran quitarle el puesto, y de algunos más espabilados pero que prefieran mantenerse a la sombra, lucrando desde allí. Llegados a ese punto, dependiendo si están en la oposición o gobernando, se dedican a vapulear al adversario sin aportar nada nuevo, todo por regresar al poder, y lucrando a la vez; o bien ven que las cosas están chungas y más vale remediarlo de cualquier manera, subiendo impuestos, ayudando a los bancos y a sus amiguetes (si hace falta, se les crea un puesto de trabajo), lucrando e intentando que la población no se enfade mucho con ellos, no sea que pierdan votos y el poder. Y también lucran.

¿Es esta la verdadera naturaleza humana? ¿No hay posibilidad de sentirse respaldado por ningún político? Por eso os recomiendo, amigos, amigas y entes, creed en vosotros mismos, que los mandamases hacen lo propio. Procurad ser felices en vuestra parcela de vida, que más allá hay horror.

Por cierto, le dije a Acabará Petando que su post de ayer sobre la Iglesia es una mierda auténtica. El tema da para mucho, pero la pérdida de neuronas durante el sábado noche se acusó sobremanera. Espero que la próxima se quede en el sofá, mute, e hilvane mejor las ideas. He dicho.

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