viernes, 11 de diciembre de 2009

Trauma de Navidad

Reaparezco después de unos cuantos-muchos días sin publicar. No me ha pasado nada en especial que me privara de escribir, simplemente que entre el curro, la casa y el ocio, poco tiempo me quedaba, y la verdad, antes que escribir una chorrada que ahuyente a los cuatro que me leéis, prefiero callarme. Lo de hoy, roza la chorrada o lo es, pero ahí queda.

Hoy he decidido desnudarme cibernéticamente. Os contaré una historia que ha hecho mella en mí, sucedió cuando era una criaturilla de 6 o 7 años. My mother se fue al supermercado por estas fechas para abastecerse y, como eran tiempos mejores y más modernosos, el patético Papá Noel que tenían en la entrada del establecimiento le comentó que regalaban pollitos para los hijos de los clientes, y ella arrambló con dos, pues tiene dos vástagos, incluyéndome a mí. Chachi!! LLega a casa, nos cuenta el paripé que todos conocemos (Papá Noel, los Reyes Magos y los políticos no distan mucho, en cuanto la palabrería, pero sí en las ilusiones que nos causan) y nos da un pollito. Al mío le pinté una raya con un rotulador azul en la cabeza, para distinguirlo. No me acuerdo del nombre que le puse, tampoco recuerdo si tenía esperanzas de que se convirtiera en una mascota interesante y que supiera hacer trucos, pero sí recuerdo el fatídico día que mi mierdecilla de pollito no estaba en su caja, pero sí el otro. My mother me contó una milonga, que se había ido volando, y me lo tragué.

Navidad tras Navidad me acordaba (y me acuerdo) del jodido pollito de los huevos, hasta que, unos años después, my mother me contó que la jodida gata se comió el jodido pollito. Mintió no afectarme. Quizá actuó bien, quizá no. Lo que está claro es que me cascaba todos los reportajes de animales de La 2, donde también hay depredadores que se comen a otros bichejos más débiles. Podría haber aprovechado para explicarme la cadena alimenticia, así hubiera aprendido algo de aquella experiencia.

La Navidad me la pela. Me parece un enredo, hace tanto que salen copitos de nieve en las teles, que hay Papá Noel en los escaparates y que se oyen villancicos que ya no aguanto más la mierda esta. Lo único con lo que quiero quedarme es con los días festivos, las interminables borracheras y el buen comer. Pero recordad, evitad la familia al máximo: las comidas siempre acaban con bronca.

PS. Si queréis contar vuestro trauma infantil o navideño, he aquí vuestra ocasión.

4 comentarios:

  1. Hola! Me quedo tranquilo ahora que has vuelto, ya te estaba echando de menos, que aunque no comente siempre, leer leo todo lo que escribes.

    Y ahora que estaba con tu trauma navideño me ha venido a la cabeza el pollito que yo también tuve. Yo uno y mi hermana otro. Recuerdo que el mío estaba lisiado, el pobre y caminaba siempre con el cuello torcido. Pero él no se achicaba, y cada vez que el otro aprovechaba su superioridad para pillar más comida el mío le embestía. ¡Que orgulloso estaba yo de mi pollito!
    Lo malo es que a diferencia del tuyo, el mío ni siquiera llegó a servir de alimento para nadie. Acabó muriéndose por la malformación que tenía en el cuello, supongo que empeorada por tanto golpearse contra el otro pollo.
    Pero bueno, ya lo tengo superado. Lo que sí que no superaré jamás en la vida es la muerte de mi perra cocker hace ya casi dos años. Se murió de cáncer bastante antes de lo que le hubiese correspondido por edad (tenía siete años) y siempre me han gustado los animales, pero jamás pensé que lo iba a pasar tan mal. De hecho, sigo pasándolo mal y, en todo este tiempo, no ha habido ni un sólo día en el que no me acuerde de ella.

    En fin... Oye, te dejo ya que me está saliendo un post entero.

    Saludos y no desaparezcas tanto tiempo.

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  2. M, gracias por pasarte por estos lares. Prometo más vivencias e impresiones. De hecho, estoy horneando una de mis chorradas descomunales.

    Los animales se hacen querer, mucho más que algunos humanos. Yo también he perdido algunos y se pasa fatal, pero siempre intento quedarme con lo bien que me lo he pasado con él.

    Saludos a tí también. Voy a ver qué se cuece en tu espacio.

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  3. La Navidad es un mierda por lo que tiene de consumista: compra, come, compra más e inculca el consumismo desaforado a tus hijos (se un buen ejemplo) regalándoles muchos juguetes.
    Y por lo que tiene de hipocresia: ale, a llevarse bien con los h. de p. de los jefes, los bordes de los compañeros y felicitar y dar besos a todo el mundo.
    ¿Pues sabeis que os digo? Que paso de la p. cena de Navidad del trabajo.
    Y he limitado los regalos que les van a hacer a mi hija mis parientes (a ver, que no se mal acostumbre).
    Y no pienso empacharme de comida (bueno, de turrón a lo mejor si).
    Ah! Yo también te he encontrado a faltar.
    Feliz Navidad (hay que joderse).

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  4. Jekill, tu también andas por ahí! No te enfurruñes y tómate una copichuela de cava, que te sentará bien. Es cierto que la Navidad apesta, pero piensa que podrás descansar y hacer las cosas que te gustan tranquilamente, sin prisas.

    Saludos.

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