viernes, 18 de diciembre de 2009

Capullos on the road

Cuando uno se pasa horas transitando la carretera, hay una serie de conductores y hechos que pueden producir cierto estrés y generar pensamientos muy oscuros (la mierda, por ejemplo) como los adelantamientos que te hacen frenar para dejarles hueco cuando la caravana es monumental. ¡¡Pero tío!!! (no suele ser una tía, por tanto el sustantivo es sólo masculino) ¿No ves que hay una cola de 25 vehículos por delante de tí? ¿Qué ganas adelantando a uno, gilipollas, si sigues en la caravana y encima haces que los demás frenemos por tí, a ver si nos estochamos para hacerte un hueco? Hueco es lo que tienes en la cabeza, que te has dejado la masa encefálica en el taller de tunning. Ya vemos que tienes un coche mejor que el nuestro, pero la cuestión es si eres feliz, pedazo de mamut (pido disculpas a todos los mamuts que estén leyendo estas líneas).

En ciudad también hay carnaza, por ejemplo las Super-mamás que se han comprado un microbús (ah, no! se llama monovolumen!) e intentan desesperadamente aparcar su tanque en un hueco en el que no caben ni por asomo, provocando que los demás estemos unos cuantos minutos viendo su sufrimiento, todo esto en hora punta. Y qué decir de los aparcados en doble fila, que te obligan a hacer eses. Me recuerda al ejercicio de maniobra de la autoescuela, ese que te hacen pasar entre los conos. Por fin he entendido el sentido de ese entrenamiento: esquivar a los doble fila. En ciudad, mejor a pie, porque parándote a dormir media hora cada diez pasos llegas antes que en coche que, para colmo, tienes que conseguir aparcar.

Pero la medalla de oro se la llevan los Microcar, esas mierdecillas con ruedas. Reconozco que están bien para los que no tienen o quieren llevar un coche de verdad, va guai para la ciudad y para aparcarlo, si me apuras sirve bien para una distancia corta... Pero mal, muy mal, por carretera! ¿Te vas a "hacer kilómetros con esto? Pésima idea. Yo abogo por el sistema de Mr. Bean, el que usa con el triciclo coprotagonista de sus episodios: empujarlo a la cuneta. Si un camión o un autobús se encuentran con uno de ésos, como no les es fácil adelantar, se forma una caravana monumental a 40 km/h.

Te odio.


¿Qué hago yo, en todas estas situaciones? Me armo de paciencia, pongo musiquita, pienso ideas para el blog (de estos momentos ha nacido este post) y, de vez en cuando, me permito la licencia de decir palabrotas, sin que los demás me oigan, no sea que me encuentre con un broncas.

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