En estos tiempos que corren, donde la mayoría trabajamos más horas de las que descansamos, que sólo se ven miserias en prensa, que nuestro país está metido en una crisis de la que todavía no parece salir y un largo etc., hay momentos placenteros, que te renuevan la energía y te animan.
Como comenté hace unas semanas, tengo el honor de ser miembro de un grupo de música folk-rock. En épocas de crisis, la contratación de conciertos disminuye, está claro que es un gasto prescindible para las entidades, aunque también es evidente que la ciudadanía disfruta de los pequeños placeres culturales, suponen su vía de escape para el día a día. A lo que voy: ayer participamos en un concierto con distintos grupos que homenajeaba el trabajo del letrista y los diferentes compositores que han musicado sus textos. El Teatro Principal estaba a rebosar, se habían vendido todas las entradas, incluso las ciegas. Fue alucinante tocar delante de tanta gente tan entregada y que apreciaba lo que en el escenario se estaba haciendo. Esto te recarga y te entran ganas de empezar a componer temas, ensayar, buscar nuevas ideas...
A partir de ese punto, reflexiono sobre la vanidad de los músicos y, en general, de los artistas. Es vox populi que buscamos el aplauso, la adulación, el reconocimiento público, pero no a cualquier precio. Son muchas las horas de ensayo grupal y estudio individual, y lo que se pretende es hacer disfrutar al público. Si no no haríamos conciertos! Aunque hay que decir que lo que se transmita al público es lo que recibirán los artistas desde la tarima.
Así llego a la conclusión de que hay dos tipos de músicos o artistas: a los que les preocupa el qué dirán, aparecer siempre que se pueda y ostentar, y los que pican piedra a diario, en el garaje del abuelo, que buscan el disfrute personal y transmitirlo a los que les escuchan. Ya sabéis: huíd de Ramoncines y buscad el sonido de los vocacionales.
No es vanidad, simplemente es buscar el reconocimiento al trabajo hecho, que si no para qué lo vas a hacer. Uno de los mayores objetivos de cualquier tipo de arte es gustar, causar sensaciones positivas en los demás y el aplauso y el reconocimiento público son las causas directas de esas buenas sensaciones.
ResponderEliminarPor lo tanto es complétamente lícita la búsqueda de ese reconocimiento.
Mereceida en tu caso, cacho crac. (emocionados por tu post, desde tu honrado grupo)
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