viernes, 30 de diciembre de 2011

Todavía hay bondad en este mundo, o no.

Todos sabemos lo mal que está todo, que entraremos en recesión, que hay muchas familias sin ingresos y blablabla. No pretendo sembrar el terror ni tampoco hacer de telediario, ni mucho menos escribir un artículo de corte económico... Todo eso sale en la tele y prensa, pero todavía no tengo registro personal de situaciones provocadas por la crisis. Sí, en el trabajo se nota, gentes me comentan sucesos y demás, pero yo todavía no lo había mamado a nivel propio.

Resulta que vivo en un complejo de apartamentos bastante grande, habrá como 150 viviendas, o por ahí. Pues bien, han llamado dos veces en total al timbre de casa, y ambas ha sido para preguntar por inquilinos de otras casas. En el primer caso, era un agente judicial con orden de deshaucio, me preguntó cuántos vivían en la casa de enfrente, si los veía, si había visto movimiento reciente... Y yo ni idea. El hecho de vivir en una corrala del siglo XXI no me obliga a cotilear tras los visillos... El segundo caso fue el que me indujo a escribir estas líneas y a reflexionar. Era la propietaria de la casa de al lado, llevaba 3 meses sin que se le pagara el alquiler; el inquilino ni le abría la puerta ni le cogía el teléfono. Le dije que hacía unas semanas había visto cómo sacaban sus cosas al rellano y se las llevaban. En ese momento pensé que la mujer se pondría hecha un basilisco, pero cuál fue mi sorpresa cuando me dijo, con resignación: "la verdad es que si no podían pagar, que me lo hubieran explicado y me hubieran entregado las llaves, ya que ahora no puedo entrar en mi casa ni lo puedo alquilar de nuevo. En fin, voy a poner la denuncia"

Tengo claro que, salvo excepciones, la gente deja de pagar el alquiler no por gusto o pillería, sino porque no tiene dinero. Nos encontramos en un país que el alquilar una casa se considera algo arriesgado (todos sabemos de gente que le han destrozado la casa, los inquilinos molestaban por las noches o loquesea) pero el impago muchas veces esconde problemas de insolvencia. Me pareció esperanzador que todavía haya gente, como la propietaria ésta, que entendiera que no la habían pagado porque no tenían y ya asumía esos meses de impago como una pérdida personal y lo único que quería eran las llaves para poder volver a alquilar y seguir adelante, y así evitarse la denuncia y todo el papeleo, tiempo y pasta que requiere, ya que sabe que sus inquilinos no le podrían pagar de todas formas.

Con todo esto no pretendo que los propietarios alquilen a mensualidades perdidas, sino saber y demostraros que todavía hay gente razonable y de buen fondo. Otra cosa son los auténticos palacios de ratas que alquilan algunos a precio de yate de dos plantas, aunque espero que con todo lo que está pasando en España, los precios del alquiler bajen considerablemente y tengamos una cultura del alquiler sana.

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