miércoles, 1 de septiembre de 2010

Manual del visitador del pobre

Una de las cosas con las que disfruto más es con los libros. Son seres inanimados que me aportan más que algunos seres vivos con los que trato a diario. Hace unos días estuve en el almacén de un anticuario-coleccionista que se ha retirado y se quiere deshacer de su stock. Fue apasionante estar unas horas revolviendo, mirando, juzgando y comprando a buen precio. Entre otras cosas, me llevé algunos libros del siglo XIX. Uno de ellos, el Manual del visitador del pobre, escrito por Doña Concepción Arenal, publicado en 1878, es increíble. He aquí algunas frases de órdago que sirven a la autora para poner en antecedentes al visitador:

- El pobre falta a la verdad. Un niño tiene hambre, tiene frío: sus padre no pueden darle lumbre ni pan. Sale a la calle, alarga la mano, nadie repara en él. [...] Entonces exagera la verdad, como se esfuerza la voz para hacerse oír en medio del tumulto: dice que son seis hermanos, que sus padres están en el hospital, que no tiene padre ni madre, etc. [...] Aprende prácticamente que con la mentira alcanzó lo que la verdad no consiguió. La mentira, pues, es un excelente medio, que adoptará sin escrúpulo. [...] La mentira del pobre es una consecuencia de la dureza del rico, y de su abandono.

- El pobre es descuidado. El descuido del pobre, su dejadez, su falta de aseo, nos parecen harto culpables, y a veces disminuyen nuestra compasión hacia él. Para tal y tal cosa, decimos, no se necesita dinero, un poco de cuidado basta. El pobre ha de ser limpio, porque lo somos nosotros, y tener el propio esmero con sus trapos, que nosotros con nuestras galas. La lógica no parece muy fuerte, pero no gastamos otra. Todos los argumentos que empleamos contra el descuido del pobre están sacados de nosotros mismos, de lo que nos agrada, nos conviene o nos obliga.

- El pobre es imprevisor. El pobre no puede realizar economías. Si mantiene y educa a su familia, si coloca en la caja de ahorros algunas cortas cantidades para cuando le falte salud o le falte trabajo, hace mucho, hace más que probablemente haríamos en su lugar los que le acusamos con ligereza. [...] Para que la previsión del pobre dé resultado, debe ir acompañada de una serie no interrumpida de privaciones, y al exigírselas, tal vez no hemos calculado bien la fuerza que necesitan, ni si lo que pedimos se halla muy en armonía con la naturaleza humana.

- El pobre es vicioso. El hombre es vicioso en general: los vicios del pobre son más groseros, están más visibles, y sus consecuencias, si no más fatales, son más ostensibles. [...] ¿Qué hacemos para arrancarle de la taberna, del garito, de la orgía? [...] Tras una semana de trabajo y de privaciones, el sábado por la noche no le preocupa la idea de madrugar al dìa siguiente y tiene dinero. Allí está la taberna, donde entran sus amigos a gozar los únicos goces que él comprende. ¡Cuántos vicios se evitaría, cuántos crímenes, nada más que con pagar al jornalero el lunes antes de entrar a trabajar, en vez del sábado cuando deja el trabajo! La embriaguez, o cuando menos el abuso de los vinos y licores, es una de las causas, la más poderosa tal vez de los extravíos del pobre.

- El pobre es ingrato. Hay dos razones para que el pobre nos parezca menos agradecido, que lo es realmente. La primera lo brusco de su lenguaje, la dificultad que halla en expresarse de una manera parecida a la nuestra, lo poco habituado que está a la expansión de los efectos benévolos, de que tan rara vez es objeto. La segunda causa es que a veces damos el nombre de favor a la justicia y creemos de muy buena fe que fuimos buenos y generosos, cuando realmente no hemos sido más que justos.

Ciertamente, el libro usa un lenguaje clasista y viejuno, pero si obviamos esto nos damos cuenta de que aún hay gente que miente, que no ahorra si puede hacerlo, que va desaliñada y que, en cuanto cobra, se lo pule en fiestas. La señora fascista autora del libro era, probablemente, una visionaria.

2 comentarios:

  1. ¡Menudo texto! Sí que era una visionaria, sí...
    ¡Qué envidia lo del anticuario! Me encantan los libros antiguos, con sus hojas amarillas y frágiles :)

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  2. Es-Fácil, la verdad es que disfruté un montón con tantos libros como tenía el anticuario. En cuanto tenga cuatro duros más, repetiré experiencia. Un saludo y gracias por comentar.

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