martes, 20 de abril de 2010

Sobretodo, ¡no enferméis!

Después de muchos días sin aparecer por aquí, entre otras cosas porque he tenido un desborde laboral, vuelvo a la carga con unas impresiones un tanto preocupantes. Recientemente he ido a un par de consultas médicas especialistas a través de la Seguridad Social, pero no os preocupéis, que no me pasa nada, simplemente pasan los años y conviene hacer algún que otro chequeo... Pues eso. He entrado en ambas consultas y en tres minutos he salido y ni me han tocado. Un par o tres de preguntas, mucho escribir en el ordenador y decirme que como no me pasa nada, no me van a hacer ni una sola prueba y que lo que solicito no está amparado por la SS. ¡De puta madre! No pienso volver a perder el tiempo en ir al médico, porque a no ser que tengas la yugular abierta o un brazo colgando, poco o nada de caso te van a hacer.

¿Qué conclusiones saco? Pues que la SS está saturada y es muy deficitaria.: sale mucha pasta y entra menos de la que se necesita. Supongo que desde arriba les deben decir a los médicos que no gasten recursos en gente que todavía se mueve y respira, siendo éste un planteamiento más empresarial que otra cosa. Seguramente mucha gente va por casi nada al médico, y por contra, otros evitan poner los pies en un centro sanitario. Pero lo que no creo sea de recibo es largar a los pacientes sin interaccionar apenas con ellos. Si voy una vez cada diez años, algo de trato merezco. Entonces, ¿qué opciones nos quedan? Hacerte un seguro privado para que te hagan caso, te traten como a un marqués y luego te revienten el culo con la factura, y de esto paso. Otra opción es no ir al médico, cosa que tiene mejor pinta. Pero la que me convence más es que dejen de chuparme pasta de la nómina para mantener este sistema sanitario que, a fin de cuentas, no me beneficia. Dadme a mí mis euretes, que ya me los gestionaré yo.

Vale! Vaaaaaleeee! No gritéis! Ya sé que de mis afirmaciones se desprende cierto desprecio hacia el estado del bienestar! No digo que no, pero la sociedad, tal y como está montada, nos obliga a pensar de manera individual. A mí los sin papeles me dan tanta o más pena que a vosotros, pero si ayudarlos a ellos significa que yo tenga que repartir mis beneficios sanitarios, que además pago yo mes a mes, la cosa ya no me gusta tanto. Criticadme sin cesar, pero pensad por qué he llegado a este extremo.